
La actividad pesquera es uno de los pilares productivos del litoral marítimo de Santa Cruz,
y genera trabajo para cientos de familias. Sin embargo, no todo lo que se mueve en nuestros
puertos refleja responsabilidad, seguridad ni respeto por quienes día a día se embarcan. El
problema es tan claro como urgente: existen serias denuncias por condiciones laborales
indignas y falta de controles efectivos a bordo de buques pesqueros.
Lo causa una combinación peligrosa: la ausencia de controles estatales firmes y la conducta
de empresas que priorizan el lucro inmediato por sobre la seguridad de sus trabajadores.
Hay informes documentados que mencionan embarcaciones sin elementos básicos como
chalecos salvavidas, arneses, botas con adherencia o medicamentos esenciales. Peor aún: se
registraron accidentes fatales a bordo de buques en los que las condiciones eran
directamente criminales. Equipos sin mantenimiento, incendios sin respuesta adecuada, y
hasta cables de acero cruzando por encima de quienes trabajan durante horas en espacios
cerrados, en altamar.
No atender esta situación es condenar al silencio a los que ya perdieron la vida y exponer a
diario a otros tantos. También es dejar en manos de unos pocos empresarios la posibilidad
de que Santa Cruz se transforme en una zona de sacrificio laboral, donde vale más una caja
de langostinos que la vida de un marinero.
Lo que debe pasar es claro: el Estado debe ejercer su rol de control, con inspecciones reales
y sanciones efectivas. Y además, tiene que escuchar a los sindicatos, a las familias, a
quienes no pueden permitirse callar porque vuelven del mar con el cuerpo roto. Hay que
garantizar estándares mínimos de seguridad y dignidad laboral. Si las empresas no
cumplen, no deben operar.
Con ese compromiso, esta propuesta la presenté mediante el expediente N° 234, el 27 de
mayo de 2009, en la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Cruz. A
través de ella, solicito al Poder Ejecutivo que informe sobre las denuncias recibidas y las
medidas tomadas para proteger a los trabajadores de la pesca, especialmente en relación
con las condiciones de seguridad en los buques del Grupo Conarpesa. Porque no puede
haber desarrollo pesquero si quienes producen la riqueza lo hacen arriesgando la vida cada
jornada.